26 Cuanto al niño Samuel, iba creciendo y haciéndose grato tanto a
Yahveh como a los hombres.
27 Vino un hombre de Dios a Elí y le dijo: Así ha dicho Yahveh.
Claramente me he revelado a la casa de tu padre, cuando ellos estaban en
Egipto al servicio de la casa de Faraón.
28 Y le elegí entre todas las tribus de Israel para ser mi sacerdote, para
subir a mi altar, incensar la ofrenda y llevar el efod en mi presencia, y he
concedido a la casa de tu padre parte en todos los sacrificios por el fuego de
los hijos de Israel.
29 ¿Por qué pisoteáis el sacrificio y la oblación que yo he ordenado y
pesan tus hijos más que yo, cebándoos con lo mejor de todas las oblaciones
de mi pueblo Israel?
30 Por eso - palabra de Yahveh, Dios de Israel - yo había dicho que tu
casa y la casa de tu padre andarían siempre en mi presencia, pero ahora -
palabra de Yahveh - me guardaré bien de ello. Porque a los que me honran,
yo les honro, pero los que me desprecian son viles.
31 He aquí que vienen días en que amputarán tu brazo y el brazo de la
casa de tu padre, de suerte que en tu casa los hombres no
lleguen a
madurar.
32 Tú mirarás al lado de la Morada todo el bien que yo haga a Israel y
nunca habrá hombres maduros en tu casa.
33 Conservaré a alguno de los tuyos cabe mi altar para que sus ojos se
consuman y su alma se marchite, pero la mayor parte de los tuyos perecerá
por la espada de los hombres.
34 Será para ti señal lo que va a suceder a tus dos hijos Jofní y Pinjás:
en el mismo día morirán los dos.
35 Yo me suscitaré un sacerdote fiel, que obre según mi corazón y mis
deseos, le edificaré una casa permanente y caminará siempre en presencia
de mi ungido.
36 El que quedare de tu casa vendrá a postrarse ante él para conseguir
algún dinero o una torta de pan y dirá: “Destíname, por favor, a una función
sacerdotal cualquiera, para que tenga un bocado de pan que comer.”»